Dentro de las sorpresas que nos dejó el 2020, algunas noticias relevantes pasaron desapercibidas. Una de ellas ocurrió el 7 de diciembre, cuando se informó que el agua de California comenzó a cotizarse en el mercado de futuros de commodities y materias primas. La noticia sacudió a muchos sectores y dirigió las miradas respecto a la posibilidad que esto se pueda replicar en otros mercados mundiales.
De inmediato surgió la pregunta: ¿es el agua un bien comercializable al 100%? ¿podemos aplicar la mezcla de marketing para promocionar, poner precio, vender en un lugar y distribuir a la mejor oferta, este bien de uso público?
La empresa que lanzó en Wall Street el primer contrato de mercados de futuro a nivel mundial, permitirá que los compradores y vendedores puedan intercambiar un precio por la entrega de cantidades fijas de agua en un futuro. Si bien esto pareciera “novedoso”, lo cierto es que el agua siempre ha presentado un precio, ya sea en la botella que compramos en un supermercado, en los alimentos que consumimos o en la energía que utilizamos. La novedad es que ahora su precio será más visible.
No se puede obviar que el agua es también un bien de uso colectivo. Entonces ahí tendríamos (o tenemos) un problema. Si bien en la gran mayoría de los países las leyes consideran el agua como un bien de uso público, algunos países han otorgado derechos de uso a través de concesiones o licencias administrativas o han entregado servicios a empresas privadas, como sucede en Chile.
Aquí ya se puede analizar la oferta, demanda, estrategia, marketing, entre otros. Si el agua es costosa, existirán incentivos para ahorrarla o no usarla. En la vereda opuesta está el caso de las consecuencias de que el agua se obtenga a bajo precio. Y se debe agregar que en la actualidad no se pueden dejar de lado los valores ambientales, derechos sociales o articulación del medio rural.
¿Por qué nos debieran preocupar los efectos de la cotización del agua en la bolsa de valores? Existen varias respuestas. Primero, la regulación del agua en nuestro país establece que no hay afectación a un uso particular en los derechos del agua, y en ese sentido pareciera ser una de las regulaciones de las de más baja claridad existente. Segundo, el factor sequía y el hecho de que el agua es un recurso finito. El cambio climático nos ha golpeado fuertemente en el uso de este recurso. De hecho, según el World Resources Institute, Chile está en el lugar 24 en la lista de los países que enfrentarán un estrés hídrico extremadamente alto de aquí al año 2024, siendo el único país latinoamericano en esta condición.
Tenemos enormes desafíos por delante, dentro de los cuales, que el agua tenga hoy un valor transparente de mercado es solo uno de ellos. Mejorar la calidad de la información, gestión integrada de recursos hídricos, eficiencia de agua y uso estratégico de recursos son los caminos a seguir. De esta forma el marketing será útil no solo para comercializar el agua, sino que será un marketing social que transparente la problemática hídrica como país, entregando soluciones concretas para reducir brechas de las comunidades, enfocándose en la sostenibilidad y apoyado con la envolvente economía circular.
Yerko Cortés Soza
La educación tiene un papel fundamental en la vida de las personas sin distinción económica, de edad o sexo. Por eso, es importante indagar sobre la innovación educativa y cómo ésta puede influir positivamente en las personas.
Así, podemos observar que, en los últimos diez años tanto la educación escolar como profesional en nuestro país ha tenido gran participación por parte de la ciudadanía y, por ende, los efectos del Covid 19 afectan significativamente las formas de educar.
En este sentido: ¿cómo nos podemos desarraigar o desprender de nuestros métodos tradicionales de educación y avanzar con todo lo que el día a día nos presenta? Existen modelos alternativos que plantean que lo más importante es que los estudiantes crezcan felices y no reciban solo la mera entrega conocimientos. Entonces surge la interrogante sobre si todas esas teorías realmente favorecen a los estudiantes, que en realidad son la prioridad de la labor docente. Es decir, si tomamos las distintas propuestas de enseñanza que se han aplicado ¿tendrán el mismo resultado?
Para esto, se tendría que tener en cuenta el contexto, el nivel económico y cultural, la religión y cada una de las características que pueden representar a una región si innovar es tan sencillo. Por tanto, es clave la innovación y desafiar la educación tradicional, buscando progresar en la pedagogía.
Muchos países han realizado investigaciones científicas para medir el coeficiente intelectual de sus estudiantes y tratar de entender por qué unos países son más desarrollados que otros. ¿Son acaso los recursos económicos que hacen que se presenten estas grandes brechas? Puede ser que sí, pero es más importante la forma en cómo se transmiten esos conocimientos o saberes que permiten mayor o menor desarrollo. Aquí es donde aparece la importancia de la educación en familia y cómo ésta vincula a toda la sociedad.
El Covid 19, como efecto, nos ratifica esta importancia ya que da cuenta de cómo los padres y madres, que no habían tenido acceso a la educación de sus hijos, se han motivado para ayudarles, mejorando la comunicación, potenciando el vínculo familiar, alfabetizándose en la formación digital, favoreciendo la participación, ayudando a sus hijos en el cumplimiento de sus deberes escolares fomentando y motivando sus hábitos de estudio.
También ha hecho que las familias se pregunten sobre el futuro educativo de sus hijos, motivándolos para que estudien en niveles superiores y se sientan motivados y felices de asistir al colegio porque tienen grandes expectativas. Los familiares que se han ido formando aumentan su autoestima y mejoran sus posibilidades para acceder al mercado laboral. También se ha evidenciado que la participación en actividades de formación de los familiares que se han puesto de acuerdo en los horarios para asistir a sus capacitaciones, ha promovido una mayor implicación en otros espacios.
En consecuencia, el Covid 19 no solo nos obligó a vivir con distanciamiento social, sino también a cambiar el paradigma de la forma de educarnos, convivir, y mirar el futuro. Incorporando las tecnologías, la virtualidad y potenciando la conectividad tecnológica.
Mauricio López Muñoz
Al parecer no es casualidad que el primer mes del año tenga por nombre Enero, toda vez que hace referencia al dios romano Jano, a quien se le representaba con una estatua de dos caras, con la capacidad de ver lo sucedido y el futuro al mismo tiempo.
En este sentido, recopilando antecedentes de lo que comenzamos a vivir hace ya casi 10 meses, creo que es propicio valorar los costos asumidos hasta ahora y los que vendrán.
Desde una perspectiva conceptual, el término costo se distingue del gasto. Con el primero, se espera recuperar su desembolso, dicho de otra manera, el costo se recupera, el gasto no; este último se puede eliminar, el costo no se puede suprimir. Con este enfoque, podríamos decir que el costo de la vida hasta ahora es todo lo que hemos invertido y sacrificado por seguir adelante.
En materia tributaria, el costo de la vida para quienes emiten boletas de honorarios se incrementará en un 0,75%, es decir, de una retención del 10,75% de sus honorarios deberá retener un 11,5% de las boletas emitidas a partir del 1 de enero de 2021. Esta alza será gradual en ese diferencial hasta el año 2027 y de un 1% para el año 2028 con un régimen final del 17%. Así, posiblemente, ciertos profesionales evaluarán su continuidad para documentar sus ingresos.
Y si de boletas se trata, las boletas de ventas y servicios también sufren cambios a partir del 1 de enero. Deberán ser emitidas de manera electrónica reflejando el Impuesto al Valor Agregado (IVA) separado del valor del bien y/o servicio. Además, la resolución 176 del Servicio de Impuestos Internos (SII) del 31 de diciembre de 2020 establece su emisión si un consumidor paga con efectivo; en su defecto, si paga con tarjeta de débito/crédito u otros medios de pago electrónicos, sólo se deberá emitir el comprobante de pago electrónico o voucher.
A nivel de empresas, los contribuyentes que se hayan acogido al régimen tributario Pro Pyme de la Ley de Impuesto a la Renta, siempre y cuando hayan cumplido con los requisitos para ello, pagarán un 10% de Impuesto de Primera Categoría para rentas obtenidas en el año comercial 2020. Dicho sea de paso, un régimen tributario es el modo en que las empresas y sus socias/os pagan sus impuestos, sí, sus impuestos, dos veces: por la empresa que forman y por las utilidades personales que perciban de ella, considerando los beneficios tributarios legales que este “binomio” genera.
Ahora bien, en el plano de las asociaciones mencionadas por un bien en común, es innegable que el contexto sanitario ha evidenciado conductas de variada índole. Algunas han sido un “gasto” y han generado parte del escenario que enfrentamos, y otras conductas han sido pro sociales, de cooperación y participativas, donde el “costo” está formado por todas aquellas conductas tendientes a tomar parte en actividades y decisiones destinadas a la colaboración espontánea para el bien común. Supone autoconocimiento de necesidades y capacidad de satisfacerla a partir de la articulación con otros; conocimiento de las necesidades de los demás y recursos personales para comprometerse con ellos. Es una manera de construir comunidad (Corvalán y Fernández, 1998).
Elías Karmach Sánchez
La irrupción de la pandemia provocada por el coronavirus, junto con la dificultad surgida en intentar controlarla adecuadamente en un tiempo razonable, ha implicado un cambio drástico en nuestras costumbres y en nuestras formas de llevar a cabo un gran número de actividades fundamentales para nuestro diario vivir, producto del confinamiento forzoso al que hemos tenido que someternos, con el objetivo de atenuar los contagios.
Para asegurar que las medidas decretadas por la autoridad sean respetadas y acatadas por los ciudadanos, hemos tenido que soportar y aceptar el control en las calles y mostrar los permisos, pasaportes o salvoconductos correspondientes. Ya no es cosa de llegar y salir a la calle, también hay que fijarse en el último dígito de la patente del auto, porque hoy nos podría tocar restricción vehicular. No olvidemos tampoco el uso correcto de la mascarilla, mantener una mínima distancia respecto a otra persona, etc. Lo más parecido a la “sociedad de control” que predijo Gilles Deleuze allá por 1990. En situaciones críticas como la que vivimos actualmente, es cuando con mayor claridad se expresa la idea del individuo como sujeto de control, lo que de cierta forma se contrapone con el verdadero sentido de la educación, cruzado de términos como libertad, autonomía, desarrollo integral y otros.
En la misma línea, alumnos, profesores y padres, tuvimos que adaptarnos a la modalidad de aprendizaje en un espacio virtual, dentro de un hogar que ha tenido que adaptarse físicamente a esta nueva realidad. Las dificultades no fueron pocas: falta de un espacio adecuado para poder realizar o asistir a una clase, falta de equipamiento adecuado; regular, mala o nula señal de internet, falta de competencias en el plano de la enseñanza-aprendizaje virtual, etc. Las enormes brechas, de acuerdo al nivel socio-económico de los estudiantes, obviamente que también quedaron reflejadas en este proceso.
El informe “Education at a glance”, de agosto de 2020, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), advierte sobre dos preocupaciones apremiantes: la falta de aprendizajes por parte de los alumnos que, según algunos economistas, tendría una repercusión directa sobre la productividad y el crecimiento de la economía; y cómo la desaceleración económica afectará el financiamiento público para la educación.
Claramente, también hay aspectos positivos que destacar, por ejemplo, adquirir competencias que antes de la pandemia no teníamos, compartir más experiencias en el hogar, aprender a gestionar mejor nuestros tiempos, reducir el gasto en desplazamientos dentro de la ciudad y valorar que quedarán capacidades instaladas que pueden volver a utilizarse sin mayor esfuerzo en el futuro.
En estos momentos todas las esperanzas de la gente se vuelcan hacia la llegada de la vacuna, pero hay que ser precavido, la vacuna no lo es todo y seguramente tendremos que seguir, al menos por un tiempo, cumpliendo con las medidas básicas de prevención de contagios. También se deberá estar atento a lo que pueden provocar aquellos grupos o movimientos anti-vacuna, si se resisten a ser inoculados. Pero, por ahora, bienvenido 2021, cuando quieras me vacuno.
Carlos Figueroa Moreno