Con casi 2 millones de trabajos destruidos en 12 meses, junto a una situación de incertidumbre política y social, trabajos precarios (25% trabajos informales), alto endeudamiento de los hogares, sumado a brechas en el ámbito educacional, laboral y tecnológico, se presenta una situación compleja para un mercado laboral que, además, no volverá a ser el mismo.
Según datos del Banco Central, un 47% de las empresas podría despedir a los trabajadores una vez que deban retomar la relación laboral. La aún lejana “normalidad” encontrará a algunas industrias muy afectadas, sobre todo a aquellas que están directamente ligadas al comportamiento de la demanda y que han estado meses operando por debajo de su capacidad. Los trabajadores que abandonaron el mercado laboral volverán a buscar un empleo, pero el problema es que muchos de esos trabajos no se recuperarán. Y como siempre, los más golpeados son los grupos más vulnerables: jóvenes, mujeres, personas con trabajos temporales y quienes cuentan con una menor formación educacional formal. Ellos, y quienes han tenido la suerte de no perder el trabajo, necesitan adquirir nuevas habilidades para mejorar su empleabilidad de cara a un futuro incierto.
En la discusión en torno a cuál es el mercado laboral que viene, y cómo hacer para que la brecha no siga aumentando entre las competencias existentes y las que requiere el futuro mercado laboral, tienen que participar quienes dan trabajo, los gestores de las políticas públicas y quienes tengan poder para impulsar cambios, de tal forma que prime la coordinación, la voluntad política, y no soluciones desarticuladas.
Hay que partir por instalar capacidades y competencias en personas que están desempleadas por diversas razones, pero que tienen potencial de emplearse procurando que estén preparadas para cuando el mercado se active. Las competencias digitales son urgentes, sin embargo, la tecnología va tan rápido, que también es importante fortalecer competencias que permitan a las personas adaptarse como, por ejemplo, la autogestión, la capacidad de adaptación al cambio, la creatividad, la comunicación, por nombrar algunas.
También se debe apuntar a recuperar empleos formales, de calidad y de largo plazo, aceptando que el mundo es distinto. Por tanto, es fundamental formar a las personas con conocimientos y competencias que les permitan poder cambiar de trabajo o sector fácilmente.
En este sentido cabe destacar programas como “Talento Digital” de Fundación Chile y el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), y el proyecto que está piloteando también esta última institución a instancias de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) llamado Relink , que es una iniciativa público-privada diseñada para apoyar la reconversión laboral.
Este desafío es de responsabilidad transversal; por una parte, los organismos públicos al impulsar la formación de capital humano, con programas de capacitación técnica para la inserción laboral y, el sector privado que también debe hacer lo suyo apoyando la reconversión de trabajadores, considerando los puestos de trabajo más propensos a ser potencialmente automatizables.
Macarena Dávila Vera