Una de las primeras decisiones que un egresado debe tomar al salir de la Universidad es la disyuntiva de: “emplearse” o “emprender”. Las estadísticas de los egresados de Ingeniería Comercial del Campus Chillán de la Universidad de Concepción señalan que la primera opción es la más recurrente y es el camino que escogió David Candia Villablanca, egresado el año 2015 de la Escuela de Administración y Negocios (EAN) y titulado el año 2016.
Cuenta que se demoró unos tres meses en encontrar un trabajo, más administrativo y no propio de ingeniero comercial, pero que le significó la puerta de entrada al puesto que tiene hoy como Ingeniero de Estudios de la Clínica Chillán.
“El primer trabajo me permitió conocer los sistemas, el negocio. Justo se abrió un cupo, una persona se iba a otro lado, me recomendaron y tuve un período de prueba en el que estuve a cargo de un proyecto y allí ingresé a la Clínica, donde ya llevo casi dos años”, contó.
Explicó que en un principio comenzó haciendo evaluaciones de proyectos y estudios, junto con preparar informes mensuales de gestión para el directorio que involucraban principalmente estadísticas: días de producción, días cama, pabellones. “Estos informes derivan después a un montón de otras decisiones en cuanto a cómo se van comportando los movimientos de flujo de gente y de actividades”, añadió.
Además, este último tiempo ha estado viendo el área comercial, generando negocios, normalizando convenios y estandarizándolos. “El sector salud está muy desordenado y tener una mirada más crítica de esto ayuda a valorizar mejor el servicio”, enfatiza.
El sello de la EAN
Al ser consultado por su paso por la EAN rescata haber aprendido a lidiar con la presión. “En la Universidad, además de estudiar, hacía ayudantías, tenía un trabajo paralelo así que mis tiempos eran muy acotados y tenía que hacerlo todo rápido. En el trabajo casi siempre las cosas que se piden son para ayer. La mayoría de las veces hay que tomar decisiones rápido, con los elementos que se tienen. Hay que tener visión para eso y la Universidad me formó así, más allá de las competencias técnicas que entregó”, señala.
Agrega que también hay enseñanzas que ha aprendido en el camino, en particular en los sistemas de gestión. “Sé que la Escuela ahora está apuntando hacia eso, lo que me parece súper necesario. O sea, es fundamental, por ejemplo, manejar bien Excel, que es la herramienta básica de gestión, que permite tomar muchas decisiones y ser hábil con eso es esencial”.
David recuerda con agrado su paso por la Escuela y destaca que le haya permitido generar redes. “Como hice ayudantías pude conocer alumnos que en ese entonces eran de primero o segundo, lo que permite después, cuando uno sale, tener una gran red de contactos. Y eso es importante”.
Agrega que no olvida ramos interesantes como emprendimiento, pero ensalza por sobre todo la calidad de los profesores. “Ese interés de ellos de entregarnos no solo herramientas técnicas, sino también entregarnos una visión humana. Siento que eso es muy importante para nosotros como profesionales. Las habilidades blandas permiten sobresalir entre el resto, como sello de la Escuela, como profesional propio. Creo que en la Escuela hay buena comunicación y eso hay que cuidarlo. No se da en universidades grandes como éstas que uno tenga la posibilidad de conversar con los profesores más allá del ámbito académico. Acá esa instancia está y hay que aprovecharla”, recalca.
Llevado a la vida de profesional, explica cómo esto influye en el nivel empresarial. “A veces se toman decisiones que muchas veces impactan en el operativo y hay que tener conciencia de cómo eso puede afectar a la gente que trabaja en ello. Si yo cambio algo en el sistema y no comunico, los médicos no se van a quejar conmigo, lo harán probablemente con su secretaria. Entonces saber concretamente todo lo que implica una decisión hace que se entienda mejor el negocio y responde a lo mismo, es a lo que me acostumbré en la EAN”, finaliza.
David Candia Villablanca, Generación 2016