La educación tiene un papel fundamental en la vida de las personas sin distinción económica, de edad o sexo. Por eso, es importante indagar sobre la innovación educativa y cómo ésta puede influir positivamente en las personas.
Así, podemos observar que, en los últimos diez años tanto la educación escolar como profesional en nuestro país ha tenido gran participación por parte de la ciudadanía y, por ende, los efectos del Covid 19 afectan significativamente las formas de educar.
En este sentido: ¿cómo nos podemos desarraigar o desprender de nuestros métodos tradicionales de educación y avanzar con todo lo que el día a día nos presenta? Existen modelos alternativos que plantean que lo más importante es que los estudiantes crezcan felices y no reciban solo la mera entrega conocimientos. Entonces surge la interrogante sobre si todas esas teorías realmente favorecen a los estudiantes, que en realidad son la prioridad de la labor docente. Es decir, si tomamos las distintas propuestas de enseñanza que se han aplicado ¿tendrán el mismo resultado?
Para esto, se tendría que tener en cuenta el contexto, el nivel económico y cultural, la religión y cada una de las características que pueden representar a una región si innovar es tan sencillo. Por tanto, es clave la innovación y desafiar la educación tradicional, buscando progresar en la pedagogía.
Muchos países han realizado investigaciones científicas para medir el coeficiente intelectual de sus estudiantes y tratar de entender por qué unos países son más desarrollados que otros. ¿Son acaso los recursos económicos que hacen que se presenten estas grandes brechas? Puede ser que sí, pero es más importante la forma en cómo se transmiten esos conocimientos o saberes que permiten mayor o menor desarrollo. Aquí es donde aparece la importancia de la educación en familia y cómo ésta vincula a toda la sociedad.
El Covid 19, como efecto, nos ratifica esta importancia ya que da cuenta de cómo los padres y madres, que no habían tenido acceso a la educación de sus hijos, se han motivado para ayudarles, mejorando la comunicación, potenciando el vínculo familiar, alfabetizándose en la formación digital, favoreciendo la participación, ayudando a sus hijos en el cumplimiento de sus deberes escolares fomentando y motivando sus hábitos de estudio.
También ha hecho que las familias se pregunten sobre el futuro educativo de sus hijos, motivándolos para que estudien en niveles superiores y se sientan motivados y felices de asistir al colegio porque tienen grandes expectativas. Los familiares que se han ido formando aumentan su autoestima y mejoran sus posibilidades para acceder al mercado laboral. También se ha evidenciado que la participación en actividades de formación de los familiares que se han puesto de acuerdo en los horarios para asistir a sus capacitaciones, ha promovido una mayor implicación en otros espacios.
En consecuencia, el Covid 19 no solo nos obligó a vivir con distanciamiento social, sino también a cambiar el paradigma de la forma de educarnos, convivir, y mirar el futuro. Incorporando las tecnologías, la virtualidad y potenciando la conectividad tecnológica.
Mauricio López Muñoz